Ya os lo advertí en el último artículo: sé lo que hicisteis el último verano. Y lo que haréis este, también. A fin de cuentas, las vacaciones son el momento ideal para romper con la rutina diaria del resto del año. Nos olvidamos de los horarios, y lo que antes podía ser esencial —la dieta, el deporte, la higiene bucodental— se olvida de forma temporal.
Este cambio de hábitos se suele traducir en diversos problemas bucodentales, influenciados por la relajación en los hábitos higiénicos.
Aumento de la placa bacteriana
Al disminuir la frecuencia del cepillado, esto conlleva un aumento de la acumulación de biofilm bucal o placa bacteriana. Esto nos trae un mayor riesgo de caries y un empeoramiento de la salud de nuestras encías.
Quizás no sea posible cepillarte tres veces al día, pero asegúrate siempre de hacer el cepillado nocturno y el matutino. Por suerte, hay productos de higiene bucodental de tamaño reducido para que los puedas llevar siempre encima.
Una mayor presencia de pH ácido
Algunas de las comidas y bebidas que más nos apetecen en esta época tienen un pH ácido —zumos, refrescos, cerveza— lo que puede favorecer el desgaste de los cuellos dentales, dejando desprotegida la dentina y provocando la sensibilidad dental. Esta es la sensación dolorosa que aparece frente a estímulos externos como el frío o el calor.
Para evitar esta hipersensibilidad debemos intentar reducir la ingesta de alimentos o bebidas ácidas y esperar diez minutos tras consumirlos para cepillarte.
Un aliento que tumba
Otro problema de salud bucodental que se da con frecuencia es el mal aliento. Se consume más alcohol y tabaco, lo que puede provocar la aparición de un mal aliento pasajero. Para combatirlo, bebe agua en abundancia.
Atención: no intentes compensar la falta de higiene con un cepillado más agresivo. Realiza movimientos suaves para no dañar las encías.