Origen y causas
La mayoría de las personas que recurren a comerse las uñas padecen de algún tipo de desajuste emocional o alteración del sistema nervioso. Comerse las uñas es una válvula de escape al nerviosismo.
Hay mucha gente que resuelve esta situación de manera similar —fumando, comiendo, bebiendo alcohol, etcétera—, ya que en el fondo se trata de llevarse algo a la boca. Casi todos nos hemos comido las uñas alguna vez, pero cuando este impulso dura años o se convierte en una autoagresión, se hace algo preocupante. Es en estos casos cuando se aprecian conflictos más importantes que afectan a la autoestima.
Las consecuencias de la onicofagia
La onicofagia produce desgaste en los dientes y daño en el esmalte a causa del repiqueteo constante entre los incisivos. Esto conlleva no sólo un problema estético tanto en uñas como en dientes, sino que puede acarrear la caída de las piezas dentales y úlceras en las encías.
En cuanto a las consecuencias emocionales, el comerse las uñas puede indicar nerviosismo, ansiedad o algún problema emocional que se agrava cuando la persona se da cuenta de que no puede evitar comerse las uñas. Su autoestima baja, primero por la falta de control sobre sus impulsos y segundo por su aspecto físico. Esto retroalimenta la angustia, lo que dificulta aún más el abandonar esta conducta.
¿Cómo dejar de morderse las uñas?
Si no puedes parar de morderte las uñas, prueba estos consejos antes de acudir a un especialista o de seguir cualquier tratamiento casero.
- Evita en lo posible el café, té, cola o bebidas alcohólicas, ya que sólo generan más ansiedad y nerviosismo.
- Toma consciencia de en qué situaciones no puedes evitar comerte las uñas. Intenta cambiar la reacción automática a la situación por algo más saludable (mascar un chicle sin azúcar, repiquetear con los dedos sobre la mesa, etcétera).